Arch. Myriam B. Mahiques Curriculum Vitae

Saturday, August 18, 2012

La ciudad como espacio de combate

Contraste entre la villa La cava y el barrio vecino en San Isidro, 2003. La Nación.com

Estuve leyendo el artículo de Raquel San Martín para La Nación, donde explica la posición teórica de la socióloga holandesa Saskia Sassen con respecto a la ciudad de hoy, vista como un espacio de enfrentamiento de grupos. Muy interesante;  compartiré una parte del mismo, ya que a los que conocemos bien cómo son las formas de convivencia en las grandes ciudades, y el miedo que a veces nos trastorna, nos toca de cerca.

¨Probablemente en la Biblia esté la mejor síntesis de las ideas que rondan la experiencia urbana desde hace siglos: allí están Sodoma y Gomorra, narradas en el Génesis como símbolos de corrupción y decadencia, pero también la Ciudad Santa, esa Jerusalén que en el Apocalipsis es la representación utópica del paraíso recobrado. El prolífico imaginario filosófico y literario sobre la ciudad descansa, en efecto, en una contradicción. La ciudad pensada y narrada es a la vez el lugar del progreso, la modernización, la aventura, donde los destinos se tuercen y los sueños se alcanzan, pero también el espacio del pecado, el miedo, el esnobismo y las apariencias, la soledad del individuo anónimo frente a la multitud, el escenario de la pobreza y la decadencia social.
 ¿En qué lugar ubicar la "imaginación sociológica" de Saskia Sassen, una de las intelectuales más influyentes de las últimas décadas para pensar la ciudad en la globalización, que se define como "contraintuitiva", más cómoda analizando las fronteras y los márgenes que los centros transitados por las teorías mainstream ? Para Sassen, la ciudad no es, parece claro, ese "libro de piedra" que Victor Hugo se proponía leer; ni está en la poesía de las multitudes anónimas que describía Charles Baudelaire; ni en la geografía personal proyectada en la Dublín de James Joyce. La ciudad que mira se parece a la que vio Georg Simmel, tan alarmado por la desconfianza, el "espíritu calculador" y la indiferencia que motivaba la vida urbana como satisfecho por la libertad que ese ambiente prometía, y también a la que estudió la Escuela de Chicago, que vio en la ciudad el laboratorio social donde observar y resolver la integración de una sociedad que se volvía más y más compleja y desigual.
 Un siglo más tarde, como a Simmel y a los sociólogos de Chicago, a Saskia Sassen le preocupa el alma de las grandes ciudades, a las que ve crecientemente "desurbanizadas". Aunque crezcan en densidad poblacional y alumbren nuevos barrios y construcciones cada vez más vanguardistas, aunque elaboren "marcas" que las posicionan en el mercado de los festivales y la industria de la cultura y el turismo, las ciudades, piensa Sassen, están perdiendo su urbanidad, su carácter de espacio para la vida en común.
"La ciudad es un sistema complejo pero incompleto", define en diálogo con adn cultura, y describe cómo, a fuerza de guerras que ahora se combaten en las ciudades, de enfrentamientos que grupos armados del narcotráfico escenifican en terreno urbano, de la violencia del delito generada por décadas de injusticias sociales y económicas, de las fronteras invisibles que instalan las desigualdades, la ciudad está perdiendo la flexibilidad que le aseguró sobrevivir a siglos, gobiernos, organizaciones políticas y cambios sociales sin perder su identidad como espacio para la convivencia urbana.
"La ciudad es hoy un espacio de combate abierto", continúa. Al cerrarse a fuerza de impersonales distritos de oficinas de vanguardia, al completarse trazando espacios privados hiperseguros y zonas empobrecidas donde sus habitantes viven igualmente encerrados, al perder, en fin, parte de su alma común, la ciudad deja de ser capaz de integrar la novedad y la diferencia.
 Sassen pasó cinco días en Buenos Aires, a comienzos de este mes, junto con su marido, el sociólogo Richard Sennett, invitados por la Universidad Nacional de San Martín (Unsam), con la agenda de dos rockstars pero la humildad de quienes no han cambiado la curiosidad intelectual por la impostura. En menos de una semana, pronunciaron dos conferencias cada uno y una en conjunto -todas a sala llena y casi todas con transmisión simultánea por Internet-, dieron entrevistas y se reunieron con distintos grupos de investigadores locales.
La ciudad, plantea Sassen, no es indiferente a su desurbanización. "¿La ciudad tiene un discurso, un poder de habla? Yo digo que sí. La ciudad lo tiene, pero hemos olvidado ese lenguaje, no lo vemos más, no lo entendemos. Hay muchas tendencias que van eliminando la capacidad de la ciudad de tener su voz. Pero hoy, todavía, la ciudad habla. Lo hace, por ejemplo, cuando los desarrolladores inmobiliarios construyen una plaza pública para compensar un edificio más alto, y ese espacio nunca funciona como plaza, está muerto. O cuando el tránsito de la hora pico en el centro paraliza un auto potente, hecho para grandes velocidades, y no le permite usar ninguna de esas capacidades. O en las maneras que hemos aprendido para saber cómo transitar caminando por el centro de la ciudad en esas horas pico. Eso es discurso. Cuando la ciudad no permite cosas, es la ciudad la que habla. En lo urbano hay una capacidad que le permite actuar."

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