This post is my publication in Arqa.com, in its original Spanish, May 13th 2009. More pictures of La Boca can be seen in Arqa.com. All pictures by Myriam Mahiques, except for Pellegrini´s painting.
Carlos E. Pellegrini. Riachuelo. (Primitivo puente de Barracas). Acuarela sobre papel 18.30 cm x 30 cm. 1830.http://www.buenosaires.gov.ar/areas/cultura/arteargentino/02dossiers/la_boca/0_2_histo1.php
En arquitectura, la palabra forma se aplica en dos sentidos, uno genérico estricto y otro intencional de la voluntad de materializar algo que se percibe como informe. Bajo el segundo concepto, la primera evocación de forma de La Boca fueron las representaciones pictóricas románticas que han surgido como la intención de dar forma a los pantanos y playas originales, cuya laxa delineación se terminaba de componer con algún elemento vertical, como árboles autóctonos y/ o palos de barcos.
La materialización progresiva se fue dando con el asentamiento de las primeras casas liberadas del Código más estricto de Buenos Aires, ya que La Boca estaba separada físicamente del Centro por un gran espacio de tierra sin fraccionar (los terrenos de los Brittain). Además, no se generó como Barracas siguiendo una vía comercial, sino informalmente por las actividades del puerto, lo que generó tendencias hacia estructuras urbanas fractales.
Fotografía aérea de manzanas hacia el Este de La Boca.
La traza era más bien un diseño regulador, donde dominaron las formas de organización semi-rural de baja densidad, con la trama abierta, incluyendo vivienda y huerta hasta avanzado el SXVII. La vivienda se ubicaba indistintamente en el terreno, según el mejor lugar de ubicación de la huerta y el gallinero. Aclaremos que, si bien los mapas antiguos delimitan las calles, espacialmente la vivencia era muy distinta, ya que las calles eran de tierra y conformaban un continuum con los terrenos baldíos y los arroyos. Es decir, morfológicamente, la manzana, la cuadrícula que tanto intentamos reproducir por su carácter de modelo primigenio, no existía en la práctica, sólo en los planos.......
Las casetas dieron paso a conventillos, con corredores tortuosos y patios, que ocupaban –ocupan- corazones de manzana, con veredas en desnivel para cuidarse de las constantes inundaciones. Recién en los últimos años se ha intentado ¨rectificar¨ las formas en pro del saneamiento y las artes del ¨buen construir¨. En este sentido, diremos que La Boca, visto como sistema complejo, es autopoiético con las siguientes características:
.- Autónomo, autoregenerativo en su original independencia con respecto a la capital, autosuficiente en su propia red recursiva.
.- Operativamente cerrado, a través de la historia no requirió la intervención externa para que el sistema produzca sus componentes, aún cuando existan algunos puntos de apertura con sus entornos (ej. el puerto local de cabotaje que significó durante varios años el puerto provincial).
.- Estructuralmente determinado, porque está capacitado para aplicar invarianzas específicas a sus estados, específicamente a la forma compleja mantenida a través de los años. Sus habitantes no han adoptado estructuras ajenas a la identidad barrial (ej. Oposición a los proyectos de Casa Amarilla), ya que mediante sus propias operaciones –autoproducción- producen sus propios elementos, afianzados con las resoluciones de las juntas barriales. Sin embargo, este desempeño no significa que el sistema sea insensible al entorno, sino que permanentemente desarrollará operaciones selectivas que le ayudarán a reorganizar sus recursos y modificar sus estructuras, hasta ahora, y a pesar de las propuestas de los planificadores, dentro del mismo modelo morfológico.
Dos viviendas de chapa, sin medianera.
Fachada esculpida frente al Riachuelo
Los ejemplos de prácticas del habitar, citados a continuación, serán una buena ilustración del comportamiento del sistema autopoiético.
Un proceso significativo y que también nos desvía de las formas originales es la gentrificación de La Boca. El término alude a la recuperación de las áreas residenciales centrales y a su resurgimiento comercial, que generalmente acompaña procesos de aumento de valor de las propiedades, expulsándose así las familias pobres. Esto acarrea la transformación del espacio construído y la aparición de nuevos habitantes, como los turistas, y los nuevos temas de diseño como museos, bares, galerías de arte, negocios de regalos, que no guardan relación con las construcciones originales.
Los integrantes de las organizaciones barriales, los vecinos en general, se confrontan en consecuencia, en dos facciones básicas que disputan los nuevos usos y fisonomía de los viejos lugares: preservacionismo y progresismo. La primera postura, apela a respetar la historia rigurosamente y subordina la introducción de cualquier uso nuevo que atente contra la identidad. La segunda postura, más positiva y flexible a los criterios de intervención urbana, aspira al desarrollo comercial y turístico.
Los preservacionistas incorporan cuestiones sociales en su discurso y reconocen a las familias de bajos recursos como gran parte de La Boca y entienden que los más carenciados no pueden ir a los restaurantes destinados a turistas.
Por el contrario, los progresistas pretenden mejoras en la calidad de vida y restauraciones largamente soñadas, independientemente de a quién están destinadas. Por ejemplo, las obras de defensa costera, mitigan las inundaciones y eso es lo que les importa, no el resultado final del paisaje.
Más allá de estas facciones, llegada la catástrofe se aúnan esfuerzos para ayudar a aquéllos que quedan aislados social y económicamente luego de la temida inundación o bien el fuego, súbitamente ocasionado por el combustible utilizado para cocinar y calefaccionar dentro de viviendas precarias. Este entrenamiento ante las catástrofes ha logrado interesantes procesos de percepción ambiental, en el reconocimiento perceptivo del viento del Sudeste. El aspecto más constructivista de este conocimiento es que la gente elabora un cálculo, más bien una estrategia preventiva, en base al avance del agua, para saber cuándo deben comenzar a proteger sus bienes, ya sea ubicándolos en lugares elevados en sus propias viviendas o bien trasladándolos a casa de sus vecinos o parientes aledaños que responden solidariamente. Henos aquí ante una transformación urbana que, si bien sutil e imperceptible, afecta a todo el sistema.
Esquina colorida en La Boca.
Típico paisaje del Riachuelo.
La heterogeneidad material de La Boca se equipara a su heterogeneidad étnica, social y cultural, origen de las distintas corrientes migratorias. La extensa trama de organizaciones sociales, gremiales y culturales que ya cuentan entre 50 y 130 años desde su fundación, forman parte de la historia barrial. Por sus características, La Boca tiene una identidad tan fuerte con sus diferentes alturas, materiales, colores, desniveles, que es como una ciudad dentro de otra ciudad. Todo emprendimiento de erradicación absoluta que no tenga en cuenta las cuestiones de hábitos sociales y las formas originales, irá en contra de dicha identidad .
Una iniciativa relativamente reciente cuyo precursor fue el Sr. Rodolfo Estekar, y ha contado con el apoyo de la Universidad de Morón, y los vecinos de La Boca, se opone a la propuesta oficial de crear un complejo habitacional de 12 pisos y 1200 viviendas en Casa Amarilla.
La iniciativa – que llevó dos años de proceso- prevé que el gobierno porteño construya casas o pequeños complejos en los predios y edificios abandonados de La Boca, de esa forma se cumpliría con tres metas: una mayor oferta de viviendas, producción de trabajo y recomposición del lastimado tejido urbano del barrio.
¨Como opción al intento gubernamental, los vecinos –muchos de ellos representantes de asociaciones barriales– plantearon que, con igual inversión que la prevista para el proyecto oficial, se levante la misma cantidad de techos pero diversificados a lo largo y ancho de toda “La Boca del Riachuelo”, como les gusta llamar al barrio. Están convencidos de que así se evitaría dañar con un edificio gigante la fisonomía de la zona y además se facilitaría la socialización de los nuevos vecinos que ocuparían las casas con los habitantes actuales¨. (Martínez Ruhl, en Página 12, Enero 2007)
La ayuda técnica que diera sustento al proyecto la brindó la Universidad de Morón, una de cuyas cátedras se ofreció para realizar un estudio ambiental y de sustentabilidad que apoya y completa el plan de construcción pensado por los vecinos.
A principios del 2007, la Legislatura convirtió el proyecto en ley. La flamante ley declara en emergencia urbanística y ambiental “en lo que hace a la vivienda, servicios, equipamiento, espacios verdes y de actividades productivas al sector delimitado por las avenidas Regimiento de Patricios, Martín García, Paseo Colón, Brasil y Pedro de Mendoza”, es decir, todo el barrio de La Boca. (Martínez Ruhl, en Página 12, Enero 2007)
Este hecho comentado por Martínez Ruhl es sumamente importante, y demuestra que la morfología urbana de La Boca, incomprendida por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ha sido interpretada inconscientemente por sus vecinos, como producto de su cultura y vivencias. Como barrio –ciudad-, la Boca se desarrolló como un sistema vivo que mantuvo continuos cambios estructurales internos generados por sus interacciones con el medio en el que actúa como totalidad, consecuentemente nada ajeno al sistema puede determinar las evoluciones estructurales de la forma.
A pesar del ámbito multicultural, vemos aquí una transversalidad que es una constante en nuestra existencia histórica y sobrepasa los límites del barrio. Estas consideraciones implican un cambio de los paradigmas tradicionales de la planificación urbana, produciendo una evolución en los modelos de análisis de morfología urbana: toda propuesta de mejora del asentamiento podría ser posible, en tanto no se vulnere el conjunto de indicadores urbano-ambientales, ni la identidad del barrio-pueblo-ciudad en cuestión.
Diferencia de niveles en las veredas.
REFERENCIAS.
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Bucich, Antonio. Cuadernos de Buenos Aires VII, “El Barrio de La Boca. La Boca del Riachuelo desde Pedro de Mendoza hasta las postrimerías del siglo XIX”. Municipalidad de Buenos Aires, 1970
Clementi, Hebe. Protagonistas de La Boca...un pueblo. Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires. 2000
Herzer, Hilda. Di Virgilio, Mercedes. Lanceta, Máximo. Martínez, Lucas. Redondo, Andrea. Rodríguez, Carla. El Proceso de Renovación Urbana en La Boca: Organizaciones Barriales entre Nuevos Usos y Viejos Lugares. En HAOL (Historia Actual on Line), Núm. 16, 41-62. 15 de Junio de 2008.
La Nación. Información General. ¨Vientos de cambio soplan sobre el dañado paisaje de La Boca¨. Publicado en edición impresa y on line. 6 de octubre 1997.
López Salón, Mariángeles. ¨Los conventillos de La Boca ya no serán de chapa¨. En La Nación on line. 16 de Agosto de 1998
Martínez Ruhl, Eugenio. ¨La Boca, diseñada por sus vecinos¨. En Página 12. 13 de Enero de 2007.
Páez, Jorge. El Conventillo. Colección Grandes Exitos. Centro Editor de América Latina. Buenos Aires, 1976
Planos de Buenos Aires Siglos XVIII, XIX y XX. Museo Histórico de la Ciudad y Biblioteca de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo.
Silvestri, Graciela. El color del río. Colección Las ciudades y las ideas. Universidad Nacional de Quilmes. Buenos Aires, 2003
Suárez, Francisco M. Con el corazón en la boca. Las metáforas de una inundación. En Desbordes, Inundaciones y Diluvios. Desastres y Sociedad. No3. Año 2. Universidad de Buenos Aires.