Reloj Digital. 1991. Fundación Telefónica
Low Resolution installation.
El de Jim Campbell es un universo de complejidad cierta pero en absoluto vociferante; arte electrónico con amable rostro low tech , elaboradas reflexiones sobre la percepción humana en las que el entramado de LED, monitores y circuitos se transmuta en una delicada poética de lo mínimo.
"Muchas de mis obras parten de experimentos con la percepción. Cuando comienzo a trabajar con ellas, no siempre sé si van a funcionar como obras de arte, si lograrán generar alguna conexión con la gente", comenta el artista, de paso por Buenos Aires, donde participó de la inauguración de Tiempo estático , muestra que recorre sus últimos 20 años de trabajo y puede visitarse actualmente en el Espacio Fundación Telefónica. Además, el estadounidense, considerado un pionero en el uso expresivo de los LED, integró el jurado de la edición 2011 de los premios Mamba-Fundación Telefónica Arte y Nuevas Tecnologías.
Formado en Ingeniería Eléctrica y Matemática en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), Campbell explora, en la instalación Marcos de referencia , el principio físico que indica que la perspectiva del mundo varía de acuerdo con la posición en que se encuentre el observador, sumergiendo a éste en el punto de vista de un? clavo.
Menos lúdica, Reloj digital , al profundizar en el registro sobre lo temporal, gana en misterio y sugerencia. La precisa articulación de dos videocámaras y un monitor de retroproyección "atrapa" al espectador -o, más bien, a su imagen ralentizada- dentro de una obra que oscila entre ofrecerse como espejo fantasmal o singular referencia a la fractura entre el tiempo de lo analógico y el de lo digital.
En el otro extremo, y debido tanto a su tamaño como a su textura visual, obras del tipo de Un fuego, una autopista y un paseo o Pelea ofrecen la fugaz ilusión de una tela de pequeño formato. Pero, en lugar de evanescentes "óleos" abstractos, se observan refinadas estructuras conformadas por LED, fruto de indagaciones sobre los efectos de la luz a partir de otra de las obsesiones de Campbell: las imágenes en baja resolución.
En esta línea, el autor parte de videos caseros (algunos son de 1950) en los que se preocupa, particularmente, por el registro del movimiento. Como el destilado de una fragancia, lo que finalmente se traduce en los LED es algo así como el grado cero de la ilusión óptica del movimiento: no hay rostros, edades, vestimentas o contexto. Sólo la huella de algo que alguna vez fue, discretamente aludida, ahora, por un conglomerado de píxeles.
Aunque más escultórica, Vista explotada insiste en las tramas lumínicas. En este caso, a partir de una impactante estructura cúbica conformada por hileras de LED suspendidos por cables. La abstracción de los juegos de luz se transforma en marca figurativa a medida que el observador se aleja de la obra. Campbell desarrolla así un paradójico dispositivo sensorial que fascina en la misma medida en que procura desmontar algo de ese efecto hipnótico para reflexionar sobre lo perceptivo como resultado de una construcción.
Una línea de trabajo tan marcada por lo temporal y los enigmas perceptivos tenía que derivar en obras relacionadas con la memoria. De eso se tratan Retrato de mi padre y Foto de mi madre , obras conmovedoras, más allá de estar inscriptas en una aséptica exploración sobre la analogía entre la memoria humana y la memoria informática.
En la primera, una foto digitalizada del padre del artista aparece y se esfuma de manera intermitente, al ritmo de los latidos de un corazón. En la segunda ocurre algo similar, pero lo que se escucha es una respiración. Imágenes y sonidos, preservados digitalmente, son capaces de evocar, capturar incluso, un instante del continuo temporal que atraviesa todo lo vivo. Pero no sin la misma cuota de carencia, parcialidad y persistente sensación de arena que se escurre entre los dedos, que irremediablemente acompaña a la memoria humana.
"¿Qué queda de la memoria, sin un relato que la sostenga?", parecen preguntar estos objetos. "Sólo el enigma", podría pensarse que les responde la obra Nunca he leído la Biblia , en la cual la memoria es un texto bíblico, susurrado a razón de una letra por vez.
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Tiempo estático. Jim Campbell: 20 años de arte electrónico , en Espacio Fundación Telefónica (Arenales 1540), hasta el 1 de octubre
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