Body Movies, Rotterdam. Enn la obra de Lozano Hemmer. Foto bajada de Internet
El análisis de las manifestaciones artísticas en teatro, exhibiciones, pinturas, libros, películas, nos asisten en la comprensión de la importancia de lo efímero; nos recuerdan que los espacios sociales no son nunca neutrales y contienen las memorias de sus habitantes. Muchos autores han tratado este tema, algunos con ingeniosa creatividad, sin embargo, el problema esencial del artista siempre ha sido resolver la representación de más de un aspecto espacial-social. Un ejemplo muy claro es el cubismo, que asociado a la arquitectura, permite recorrer el objeto en sus tres dimensiones, pero el tiempo queda sugerido, no puede ser representado literalmente; la agresividad del color expresada por expresionismo alemán y ruso de las guerras mundiales, representan un contexto social, pero no son manifestaciones activas. Al fin de cuentas la tela siempre nos ofrecerá una visión en dos dimensiones.
Afiche de la película ¨El Acorazado Potenkin¨. Imagen de http://guerreroerrante.files.wordpress.com/2007/12/elacorazadopotemkingk1.jpg
‘Les Demoiselles’, de Pablo Picasso. http://farm4.static.flickr.com/3141/2373079043_857a519968.jpg
En la última década, las herramientas virtuales han causado una nueva concepción en la aprehensión del espacio, siendo extensivo el concepto a espacio visual, auditivo, pictórico, más todas las definiciones que psicólogos y filósofos nos puedan brindar.
Al respecto, cito un artículo de Alicia Murria, publicado en la revista Artecontexto, arte, cultura y nuevos medios no 25, (I), 2010.
¨La industria tecnológica e Internet, de manera fundamental y en poco más de quince años, han redibujado el acceso a la información, al conocimiento y su distribución, modificado sustancialmente nuestras formas de comunicar y relacionarnos, multiplicado exponencialmente el control sobre los individuos y alterado de manera drástica el concepto de privacidad, por mencionar sólo algunos de sus efectos. También, y de forma paralela, han propiciado espacios de actuación horizontal y participación colectiva, antes difícilmente imaginables, cuyas dimensiones rebasan países y estados. Resulta sorprendente sin embargo que, frente a estas trasformaciones de calado profundo que afectan a todos los órdenes de la existencia, muchas instituciones y los discursos sobre los que se sustentan -y nos referimos ahora al ámbito de la cultura y en particular al del arte- hayan hecho de la impermeabilidad y la resistencia a cualquier cambio su razón de ser, sobre todo cuando -en teoría y por definición- deberían constituirse en avanzadilla.
Ciertamente ha variado el aspecto externo de los contenedores de arte pero mucho menos sus estructuras internas y las ideas que los cimentan, heredadas de modelos de conservación y exhibición que apenas se han modificado en los tres últimos siglos y cuyo eje gravitatorio continúa siendo el objeto aurático. Muchas de las actuales prácticas artísticas encuentran difícil acomodo en estos escenarios, no sólo aquellas que utilizan los llamados nuevos medios -que en buena medida hace mucho que dejaron de serlo- como el vídeo, las instalaciones sonoras o las obras que exigen algún tipo de interacción, sino las que como el net.art se conciben por y para el espacio público virtual y demandan para su desarrollo una participación colectiva donde se diluyen los conceptos clásicos de "obra de arte" y de autor. También es cierto que algunas instituciones están abordando su adaptación a estas nuevas necesidades y asumiendo los retos que tienen ante sí; unos retos que no se limitan al descifrado de la mejor manera de almacenar o exhibir, sino a repensar el papel que les corresponde jugar como nodos de experimentación y creación, como motores -valga la manida expresión- para la producción de conocimiento.¨
No coincido con Alicia Murria sobre los tenues cambios de los últimos tres siglos, porque he de enfatizar el importante trabajo de las vanguardias de postguerra. Si poco se ha avanzado desde entonces, es obvio en las ideas básicas, pero sí hay grandes logros gracias la utilización de materiales novedosos y de tecnologías multimedia.
De pronto, lo que antes era un espectáculo, ahora se lo llamaría ¨anti-espectáculo¨, porque no tendría su razón de ser sin la participación activa de los espectadores. La representación no es hermética sino algo incompleto que necesita ser experimentada por el espectador. La diferencia con los famosos ¨happenings¨ británicos –que entiendo es su origen- es que el artista no reconocía un escenario físico, y el evento –que no jugaba con trucos visuales- se daba en un lugar urbano, mientras otros se desarrollaban al mismo tiempo, en otras localidades. La analogía, el arte se lleva aún a las calles pero en un escenario contenedor; la estructura especial es tomada desde varios puntos de vista, ya que el espectador se mueve en relación a la escena. La posición no es una sensación en sí, y sólo el pensamiento puede definir el espacio basado en coordenadas locales. Para lograr estos efectos, se debe usar tecnologías de gran escala de amplificación, usualmente reservada para eventos corporativos.
Los resultados, son transposiciones entre el espacio interior y exterior; alteración de las perspectivas por los cambios angulares y proximidades personales; confusión temporal por las conexiones a Internet que brindan una cantidad de información en ¨real time¨ (tiempo real); nuevas lecturas de las palabras que son a su vez narraciones, títulos, gráficas, escritas en los edificios, o sobre los cuerpos humanos mediante proyecciones; descomposición del cuerpo humano en sombras y proyecciones sobre pantallas y edificios, que provocan sentimientos en las personas, asombro, alegría, una cierta incomodidad al ver el cuerpo escrito y desdoblado. Todos los elementos expuestos sin jerarquías, en límites borrosos de disciplinas, una verdadera fusión de las artes!.
Artículo de Alicia Murria en:
http://www.revistasculturales.com/articulos/107/artecontexto-arte-cultura-y-nuevos-medios/1236/1/arte-y-nuevos-retos-art-and-new-challenges.html
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