Trabajos en la escuela de Conde 223. Foto de La Nación.com
Hace diez días posteé acerca de la toma de escuelas en la ciudad Autónoma de Buenos Aires, y dí mi punto de vista, esperanzada en que los padres tomaran las riendas y tal vez pensaran en actuar rápidamente para buscar soluciones, dejando para más tarde las cuestiones políticas y priorizando que los chicos sigan estudiando. Mi esperanza contaba con una huelga estilo Japonés. Acá está el link de mi post anterior, donde creo olvidé decir que mis hijos también fueron a escuelas públicas de Buenos Aires, en Capital y provincia:Hoy, me llevé la gran y grata sorpresa, del artículo de Julieta Molina publicado en el diario La Nación, sección Cultura, que aquí reproduzco:
¨Un caos ordenado dominó ayer los patios, pasillos y aulas de la escuela Raúl Scalabrini Ortiz, en Colegiales, durante todo el día. Un pequeño ejército armado con pinceles, espátulas y esponjas trabajó sin cesar en el Día del Maestro, con la consigna "Yo amo a la escuela pública... y la defiendo". Como en 23 escuelas de la ciudad, padres y madres acompañados por sus hijos -agrupados en la organización Familias por la Escuela Pública- participaron en una jornada que combinó el trabajo voluntario con un reclamo concreto: "Mayor presupuesto para la educación pública, no a la subejecución presupuestaria y mayor transparencia en la gestión del área educativa de la ciudad". Retapizaron sillas, pintaron carteleras, juegos y pizarrones, marcaron las canchas de deportes, cambiaron tubos de luz y armaron estanterías para libros e instrumentos. Admitieron los padres, sin embargo, que "son arreglos de cosmética y confort; las cuestiones de infraestructura son las más necesarias, pero ésas nos exceden", según dijo a LA NACION Luis Wigutow, un padre que se acercó a colaborar. Allí es donde la jornada solidaria se tiñó de reclamo y los padres manifestaron su insatisfacción con la actual gestión. "Estamos pegando cintas antideslizantes en las escaleras. Hace dos días, me dijeron en Mitigación de Riesgos [área del gobierno de la ciudad] que no tenían plata para ese tipo de cosas. Compramos nosotros los dos rollos de cinta y en total gastamos $ 170", detalló en diálogo con LA NACION Ernesto Golomb, fundador de Familias por la Escuela Pública, creada en 2009, y miembro de la cooperadora de la escuela Scalabrini Ortiz. A esa institución asisten 1200 niños que cursan en primaria y jardín. Entre mates y partidos de fútbol, la comunidad del colegio utilizó su sábado para que "la escuela se vea más linda", como dijo Julia, de 10 años, acompañada por su mamá y sus amigos Ciro y Alvaro, de 10 y 12 años, respectivamente. Sentados en el piso del pasillo, pintaron carteles para las aulas, porque los anteriores "estaban viejos y eran más aburridos".Cerca del mediodía, las preguntas sobre el almuerzo se multiplicaban, y Golomb explicó: "Enseguida vamos a empezar a cocinar: el menú será patys y panchos". A pesar del buen humor general, Golomb se refirió a la crítica situación escolar: "Hace cuatro años, el subsidio de mantenimiento era de $ 30.000, este año es de $ 16.000, y nunca nos dijeron por qué". "Nosotros, como cooperadora, tendríamos que estar organizando campeonatos deportivos o eventos culturales, como recitales o exposiciones, y no pintando y limpiando", agregó Wigutow. El inconveniente de la escuela es que no posee personal de mantenimiento y tiene la mitad del personal auxiliar necesario. Quienes deben trabajar para mantener las condiciones edilicias son los padres. "En zona sur, por ejemplo, hay muchas escuelas donde no funcionan las cooperadoras porque hay que tener gente que quiera trabajar ad honórem, y personas a las que les cuesta mucho ganarse el mango no tienen ni la voluntad ni la fuerza para hacerlo", dijo Wigutow.
¨Un caos ordenado dominó ayer los patios, pasillos y aulas de la escuela Raúl Scalabrini Ortiz, en Colegiales, durante todo el día. Un pequeño ejército armado con pinceles, espátulas y esponjas trabajó sin cesar en el Día del Maestro, con la consigna "Yo amo a la escuela pública... y la defiendo". Como en 23 escuelas de la ciudad, padres y madres acompañados por sus hijos -agrupados en la organización Familias por la Escuela Pública- participaron en una jornada que combinó el trabajo voluntario con un reclamo concreto: "Mayor presupuesto para la educación pública, no a la subejecución presupuestaria y mayor transparencia en la gestión del área educativa de la ciudad". Retapizaron sillas, pintaron carteleras, juegos y pizarrones, marcaron las canchas de deportes, cambiaron tubos de luz y armaron estanterías para libros e instrumentos. Admitieron los padres, sin embargo, que "son arreglos de cosmética y confort; las cuestiones de infraestructura son las más necesarias, pero ésas nos exceden", según dijo a LA NACION Luis Wigutow, un padre que se acercó a colaborar. Allí es donde la jornada solidaria se tiñó de reclamo y los padres manifestaron su insatisfacción con la actual gestión. "Estamos pegando cintas antideslizantes en las escaleras. Hace dos días, me dijeron en Mitigación de Riesgos [área del gobierno de la ciudad] que no tenían plata para ese tipo de cosas. Compramos nosotros los dos rollos de cinta y en total gastamos $ 170", detalló en diálogo con LA NACION Ernesto Golomb, fundador de Familias por la Escuela Pública, creada en 2009, y miembro de la cooperadora de la escuela Scalabrini Ortiz. A esa institución asisten 1200 niños que cursan en primaria y jardín. Entre mates y partidos de fútbol, la comunidad del colegio utilizó su sábado para que "la escuela se vea más linda", como dijo Julia, de 10 años, acompañada por su mamá y sus amigos Ciro y Alvaro, de 10 y 12 años, respectivamente. Sentados en el piso del pasillo, pintaron carteles para las aulas, porque los anteriores "estaban viejos y eran más aburridos".Cerca del mediodía, las preguntas sobre el almuerzo se multiplicaban, y Golomb explicó: "Enseguida vamos a empezar a cocinar: el menú será patys y panchos". A pesar del buen humor general, Golomb se refirió a la crítica situación escolar: "Hace cuatro años, el subsidio de mantenimiento era de $ 30.000, este año es de $ 16.000, y nunca nos dijeron por qué". "Nosotros, como cooperadora, tendríamos que estar organizando campeonatos deportivos o eventos culturales, como recitales o exposiciones, y no pintando y limpiando", agregó Wigutow. El inconveniente de la escuela es que no posee personal de mantenimiento y tiene la mitad del personal auxiliar necesario. Quienes deben trabajar para mantener las condiciones edilicias son los padres. "En zona sur, por ejemplo, hay muchas escuelas donde no funcionan las cooperadoras porque hay que tener gente que quiera trabajar ad honórem, y personas a las que les cuesta mucho ganarse el mango no tienen ni la voluntad ni la fuerza para hacerlo", dijo Wigutow.
Tres años sin gas
Un caso ya emblemático es el de la escuela Blas Parera, en Armenia 2214, de Palermo, que este invierno "festejó" su tercer año sin gas. Allí también trabajaron ayer los padres, que con dinero de la cooperadora protegieron con lonas las rejas del patio de juegos de los niños, que estaba en contacto directo con la vereda y la gente que transitaba por allí. Esta escuela está a un paso de recibir el suministro de gas, "sólo falta la habilitación de Metrogas", dijo Rafael Abramovici, uno de los padres que participó de la jornada. Sin embargo, este resultado no responde a los reclamos formales, según explicó Abramovici: "Hubo muchas promesas incumplidas, fuimos infinidad de veces a conversar con infraestructura. Logramos la instalación del gas después de cortar la calle y hacer un festival; es una victoria clara de la movilización". "Esta es una protesta a la japonesa, en vez de quedarnos en el reclamo queremos mostrar lo que se puede hacer por la escuela. Pero, ojo, no queremos suplir al Estado", sintetizó.¨
Mis más sinceras felicitaciones a aquéllos que hicieron posible el ¨caos ordenado¨.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1303851&origen=NLCult
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1303851&origen=NLCult
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