Modernos tranvías en la zona de Qianmen. Foto de Revista Eñe
Artículo de Andrew Jacobs para The New York Times y Clarín:
Mao durmió aquí.
También lo hicieron los eunucos imperiales que quedaron desocupados luego de la expulsión del último emperador de China.
Durante buena parte de los setecientos años siguientes, sin embargo, los habitantes más prominentes del barrio Gulou, ubicado al norte de la Ciudad Prohibida, fueron un par de enormes torres de ladrillos cuyos tambores y campanas ayudaban a los ciudadanos de Beijing a saber qué hora era.
Hace poco, la población del barrio cuenta los días para que las cuadrillas de construcción empiecen a convertir sus trece deterioradas hectáreas en una cuidada atracción turística llamada Beijing Time Cultural City. La reorganización de 73 millones de dólares que dominan las antiguas Torres de Tambores y Campanas comprenderá casas con jardín para los ricos, un museo "de la hora" y un centro comercial subterráneo. Desde que se anunció el proyecto en enero, historiadores y expatriados que aman la antigua autenticidad de Beijing se muestran alarmados.
"No se trata de preservar un monumento histórico, sino de salvar una comunidad viva que tiene centenares de años de evolución", dijo Yao Yuan, un profesor de la Universidad de Beijing que se especializa en planeamiento urbano.
Sin embargo, es más difícil encontrar indignación entre las miles de familias pobres que viven en el conjunto de míseras casas de ladrillo gris coronadas por tejas vacilantes. "Hay que demoler el lugar", señala Zhou Meihua, de setenta y dos años, que comparte dos cuartos de 18,6 metros cuadrados con tres generaciones de su familia. "Si nos dan una indemnización suficiente, nos alegrará irnos de aquí." Los funcionarios del gobierno tienden a alentar esos sentimientos no mejorando las condiciones de vida en los barrios antiguos para preservar su arquitectura histórica. En lugar de ello, toman propiedades de la ciudad que consideran antihigiénicas e inseguras, las reclasifican como propiedades comerciales y las venden con grandes ganancias. La concesión a la historia suele consistir en alguna construcción nueva con aleros dados vuelta y madera pintada de forma llamativa colocada en fachadas de hormigón.
Los constructores ignoran la ley o usan palabras como "histórico" y "restauración" para describir construcciones que son a todas luces nuevas. Los críticos señalan que el mejor ejemplo de esa tendencia puede verse al sur de Plaza Tiananmen, donde el distrito de compras más famoso de la ciudad, Qianmen, se vio reemplazado por una copia sin alma, pero cara, de lo que era.
"La renovación de Qianmen no se relaciona con la preservación de la historia, sino con su transformación en una versión falsa de Hollywood", dijo Yao, el profesor de planeamiento urbano.
Vista desde la torre del tambor. Foto de Nuria Cimini
Torre de la Campana. Foto de Nuria Cimini
Torre del Tambor. Foto de volver.Asia
Luo Zhewen, un experto en arquitectura que asesora al gobierno en la zona de Gulou, señala que la protesta respecto del patrimonio perdido es exagerada.
Luo, que tiene ochenta y siete años e integra desde hace mucho tiempo la Dirección Estatal de Patrimonio Cultural, dice que muchas de las casas de la zona no eran más que chozas glorificadas. Cuando se le preguntó por los habitantes, Luo contestó con seguridad: "Las ciudades siempre cambian y se desarrollan." Vaciar Gulou puede resultar más difícil. A la hora de las indemnizaciones, muchas personas tienen grandes expectativas y dicen que no se irán a menos que el dinero les permita comprar departamentos grandes.
Algunos, como Zhou Changlin, un obrero desocupado de cincuenta y tres años, dicen que sólo se irán si se los reubica en una vivienda muy parecida a aquella en la que nacieron y se criaron.
"Tengo que sentir la tierra bajo los pies", afirmó. "Oí decir que los ancianos que se mudan a edificios altos suelen morirse en el transcurso de los tres años siguientes."
Lea el artículo de Nuria Cimini:
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