Parte del mural La Ultima Cena. Imagen de revista Eñe, Clarín.
Por: Kate Taylor para The New York Times y Clarín. 27 de mayo de 2010
Susan Blakney, una conservadora de pinturas de Nueva York, se abrió paso entre una pila de escombros producto del derrumbe de la catedral episcopal Santa Trinidad en busca de fragmentos de los murales de la catedral.
La iglesia forma parte del patrimonio cultural de este país, y la mayor parte de sus murales quedó destruida como consecuencia del terremoto de enero. Dos del ala norte, sin embargo, que representan La última cena y el bautismo de Cristo respectivamente, permanecen casi intactos. "Parece que hay algunas partes aquí abajo", gritó Blakney, que tiene sesenta y dos años, a los colegas que trabajaban con ella a principios de este mes con el objeto de salvar miles de obras de arte del caos que ocasionó el terremoto.
La organización del rescate está a cargo del Smithsonian Institute, que en junio abrirá en la capital haitiana un centro donde conservadores estadounidenses trabajarán con personal local en la restauración de pinturas dañadas, esculturas rotas y otras obras que se encontraron entre los escombros de museos e iglesias.
Artistas y profesionales de la cultura de Haití realizan operaciones informales de rescate desde hace cuatro meses. Pero los estadounidenses aportan profesionalismo en el campo de la conservación prácticamente no hay conservadores de arte profesionales en Haití y también equipo especial, adquirido en gran parte con fondos privados.
La iniciativa, que se caracteriza por su rapidez, la estrecha colaboración con un gobierno extranjero y una combinación de financiamiento estatal y privado, representa un nuevo modelo de diplomacia cultural de Estados Unidos, algo que los organizadores consideran un fuerte contraste con la apatía de la que se acusó a los estadounidenses ante el saqueo de los tesoros artísticos iraquíes en 2003.
"Se cometieron errores en el pasado, en momentos de gran tragedia o conmoción, al no proteger ni priorizar el patrimonio cultural de un país", dijo Rachel Goslins, la directora ejecutiva de la Comisión de Artes y Humanidades de la presidencia, que participa en la recaudación de fondos para el proyecto.
"Es una oportunidad para decir que aprendimos la lección." El financiamiento inicial procede de tres organismos federales y de la Broadway League, que agrupa a productores y propietarios de teatros. Funcionarios del Smithsonian señalan que el proyecto costará entre US$ 2 y 3 millones y durará unos 18 meses. Luego, el centro serán transferido al gobierno haitiano.
Blakney viajó a Port-au-Prince con otros dos conservadores, un curador de museos y un grupo de ingenieros y especialistas en planificación del Smithsonian. Su tarea era evaluar qué tipo de daños habían sufrido las obras de arte. En base a esa información van a decidir qué equipamiento necesitarán, ya sea ellos o aquéllos a quienes el Smithsonian envíe a trabajar en el centro. Los conservadores estadounidenses dedicarán parte de su tiempo a formar conservadores haitianos como preparación para el momento en que se les transfiera el laboratorio.
La operación de rescate nació en buena medida gracias a los esfuerzos de Corine Wegener, curadora del Instituto de Arte de Minneapolis y mayor retirada del ejército que prestó servicio en Irak poco después del saqueo del Museo Nacional Iraquí, y de Richard Kurin, el subsecretario de Historia, Arte y Cultura del Smithsonian.
Wegener, que también viajó a Haití este mes, dijo que le parecía aterrador lo que había pasado en el Museo Nacional Iraquí, donde había trabajado como enlace entre el personal y los funcionarios estadounidenses.
"Como profesional de museo, me resultó terrible comprobar que el personal se encontraba en un estado de conmoción", dijo. "¿Cómo me sentiría si un día llegara a trabajar y descubriera que se llevaron quince mil objetos?" Decidió no permitir que la historia se repitiera en Haití, afirmó. Algunos de los profesionales de la cultura y funcionarios haitianos con los que se reunió el grupo escuchaban hablar por primera vez del proyecto de centro de conservación, y respondieron con alivio y entusiasmo. La ayuda estadounidense es "fundamental para nosotros", dijo Patrick Vilaire, un escultor que fue pionero en el rescate de las colecciones de varias bibliotecas después del terremoto.
Algunos, sin embargo, expresaron su frustración por el hecho de que no hubiera llegado ayuda antes, así como su preocupación respecto de que los especialistas extranjeros trabajaran más en la guía de visitas y en evaluaciones que en brindar ayuda real y concreta.
En una reunión con Daniel Elie, que dirige el organismo del gobierno a cargo de la preservación del patrimonio nacional de Haití, se vivió un momento de tensión cuando su colega y traductora, Monique Rocourt, dijo que estaba harta de recibir a asesores extranjeros que llegaban y no hacían nada.
"Si llevo otro grupo de especialistas a Jacmel", señaló, haciendo referencia a una ciudad que sufrió grandes daños como consecuencia del terremoto, "la población va a pensar que nos limitamos a traer extranjeros para que vean el desastre. Es cínico, pero eso es lo que va a pensar la gente."
enhorabuena, mucha suerte y ánimo
ReplyDeletecon los trabajos de restauración en Haiti
Me uno en tus buenos deseos! Gracias por el comentario
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