Por primera vez en la historia, más de la mitad de la humanidad, una cifra que supera los tres mil millones de personas, vive en áreas urbanas. De allí que el Día Mundial de la Salud, que acaba de conmemorarse, se dedicó este año al urbanismo y a la salud.
En 2030, según calcula el Instituto Worldwatch, los pueblos y ciudades del mundo en desarrollo albergarán al 80% de los seres humanos. "Esa concentración, que permite una oferta de bienes culturales y servicios sanitarios sin precedente, se combina en muchos casos con un crecimiento desordenado y problemas sociales que pintan un escenario amenazante", afirman.
En las actividades culturales, los parques y el ocio estimulante, las ciudades concentran el pináculo de la civilización. Pero más allá de "las luces del centro" está el "paredón y después", donde se multiplican las chozas, la falta de servicios sanitarios y agua potable, o de recolección de residuos, millones de personas sobreviven en un medio ambiente que se cuenta entre los más sucios y menos seguros.
Y generalmente es allí donde se revelan las iniquidades. Entre los ejemplos de lo que asedia a los más vulnerables, los investigadores de Worldwatch citan precisamente a nuestras villas de emergencia, y se refieren a quienes en Buenos Aires "habitan en las orillas contaminadas del río Matanza y huelen sus aromas nauseabundos rodeados de ratas, mosquitos, moscas y otros insectos".
Estos ambientes no sólo multiplican los problemas de salud, sino que concentran los peligros: sus habitantes son las primeras víctimas de los terremotos, de las epidemias, de las crecidas inesperadas y de las inundaciones cuando los pluviómetros se desbordan. También suelen aspirar las emanaciones tóxicas de industrias que no respetan las regulaciones.
Según un informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, carecer de una vivienda adecuada llega a duplicar los índices de mortalidad en chicos de menos de cinco años.
Por eso, a pesar de que los nacidos en las ciudades están más cerca de clínicas y hospitales, y que sus padres están mejor informados, si están mal nutridos y viven en medios superpoblados que ofrecen un caldo de cultivo ideal para las enfermedades respiratorias e intestinales, todavía mueren en números comparables con los que nacen en el medio rural.
Como la telenovela, las ciudades conjugan el oro y el barro... que, no nos engañemos, a todos nos salpica...
Publicado en La Nación, Sección Ciencia y Salud. jueves 29 de abril de 2010.
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