Este altar fue realizado en un estacionamiento de un condominio. Foto de Myriam Mahiques
Este post es la traducción al castellano del post anterior, adaptado.
Hace unos días, encontré en mi biblioteca un libro que compré para mi hijo, las fábulas de Esopo. A decir verdad, este no es el tipo de libro que él leería...Pasé sus páginas cuidadosamente porque es una bella edición antigua de tapas duras, con dibujos muy bonitos, al principio, una nota dice que el libro es un facsímil de la edición de 1912. A pesar de haberlo leído en castellano en mi adolescencia, me tenté a leerlo nuevamente, pienso que muchos libros debieran ser leídos en distintas etapas de nuestras vidas, para apreciarlos desde distintos puntos de vista.
Una de las fábulas, ¨El vendedor de imágenes¨, me recordó la comercialización de imágenes religiosas en el Sur de California y México. La fábula trata de un hombre que hizo una imagen de madera de Mercurio y la ofreció a la venta en el mercado. Como nadie la compraba, pensó que podría atraer a los compradores proclamando las virtudes de la misma. ¨Un dios en venta!¨, ¨Un dios en venta! Que les traerá suerte y los mantendrá con suerte!¨. Un transeúnte se paró y le dijo que si su dios tenía esas virtudes, porqué no se lo quedaba y lo aprovechaba, a lo que el hombre respondió que sí, era cierto que traía ganancias, pero esto llevaba tiempo y él necesitaba el dinero de inmediato.
En tiempos coloniales, los indios se convencieron que las imágenes cristianas podrían efectivamente llenar sus expectativas. De otro modo, amenazas de crueldad física se dirigían a la imagen religiosa; romperlas, era una reacción natural de una sociedad que les atribuía importancia. Otros castigos serían insultos, latigazos, rasgados, quema con velas, punzado y hasta se registraron casos de actividad sexual. Esta receptividad era una especie de estrategia de apropiación de la imagen.
De pronto, las imágenes y objetos de uso diario se superpusieron y fue difícil distinguir unos de otros. Cajas de pañuelos, ventiladores, relojes, medias, botones, bordados, etc, eran adornados con imágenes de la Pasión de Cristo, la Virgen, los santos......El pan, masitas, dulces, proliferaron con el símbolo de la cruz y hasta las caras de los santos. La moda se volvió tan popular en la colonia, que la iglesia trató de buscar una solución, y así se prohibió la réplica de imágenes en algunos elementos que no eran considerados dignos.
Al día de hoy, vemos una cierta evolución de estas costumbres, pero no en su espíritu, sino en la modalidad. Las imágenes impuestas en elementos cotidianos son vendidas por doquier, ¨on line¨, en los supermercados, los kioskos, reproducidas incluso en los elementos más pequeños para atraer modestos compradores.
No debemos olvidarnos de la difusión televisiva de eventos en forma masiva, como los festejos de la Virgen de Guadalupe, evento muy famoso en Los Angeles. La Virgen es la imagen favorita, y la vemos en velas, tazas, ropa, llaveros....
En el aspecto urbano, las imágenes son infaltables en las fachadas de los comercios de dueños mexicanos, pero no creo que con el sentido de atraer compradores, sino como exposición de pura fe y devoción, para solicitar la protección divina. De las fachadas se pasa a los espacios públicos y privados, cualquier rincón insólito está bien para armar rápidamente un pesebre improvisado, o colocar la estatua de un santo, al que se le ofrendarán flores con todo respeto.
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